El olor a carne fresca alimentaba su sed de venganza. Tenía un arsenal de instrumentos colocados por tamaños, empezando por la izquierda el mayor, hasta sucesivamente, dar con el minúsculo y más puntiagudo de todos. Se decantó por él del medio. Su obra maestra la había ejecutado con él, pura creación artesana. Se conocía que era carnicero. Mucho le gustaba la carne, aunque no tanto como el hecho en si de esculpir. Sabía que esta vez le haría ganar en el concurso de escultura.
Ángela Fernández Simón
Angela.....este es muy bueno...vaya talento que tienes chica !! perdona hoy en clase nombre a Ana en lugar de Angela, me confundí en el nombre.
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