Cogió su pistola, respiró hondo y apretó el
gatillo. El trabajo había sido de una
sencillez desacostumbrada; sin el menor
esfuerzo había localizado a su objetivo en la tranquila ciudad costera en la que pasaban las
vacaciones durante los primeros años de su hija, antes de su desaparición. Le
sorprendió ver un destello en la joven inerte y
contra su costumbre se aproximó al cadáver. Destacando entre
la sangre vio la medalla que le había regalado en su último cumpleaños
juntos.
Benigno Montenegro
Este es uno de los microrrelatos que no podían faltar, uno de mis favoritos :)
ResponderEliminarGracias, Benigno :)
ResponderEliminarCarol
es muy bueno Benigno,
ResponderEliminarcruz