Luego cruzó el pasillo, bajó al sótano y mató al prisionero. El disparo sonó cavernoso con un Eco en Caverna de Miedo, la pólvora olía a azufre.
Apretaba todavía la pistola en sus dedos temblorosos, que de repente se pusieron firmes y estáticos. Odiándose a si mismo, con inusitada filosófica decisión, subió al cuarto de las decisiones, y a su Teniente le dijo sus últimas palabras llenas de crueldad inócua : mi Teniente ! en el Eco de la Vida jugamos todos, y apretó los dos gatillos.
Por , Francisco Rego Carrera.
(participante anteayer,en el concurso de Cadena Ser)
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