miércoles, 23 de abril de 2014

Vio brotar una semilla de roble en la tumba de su difunto esposo.

-Difunta. Cada día vengo a regar el vacío que me dejaste.

-Semilla de roble. Cada gota hará que vuelva a nacer.

-Difunta. Te necesito. No me imagino la vida sin ti. (Llora desconsoladamente y el roble crece fuerte).

-Semilla de roble. Por fin vuelvo a la vida. Búscame en la siguiente.

Y jamás llegaron a encontrarse como humanos.

Ángela Fernández Simón

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