miércoles, 9 de abril de 2014

Tenía prohibido abrir aquella puerta de los deseos, a cal y canto. Impenetrable. Me ahogaba la necesidad imperiosa por saber que escondería aquella morada. Pero allí estaba, tratando de descifrar el acertijo de mis deseos. Debía descubrir que era lo que mas deseaba. Para ello me fui a lo mas profunde de mis entrañas, donde descubrí que mi mayor deseo era abrir aquella puerta. Metí la mano en el bolsillo del pantalón, allí estaba la llave.

Ángela Fernández  Simón

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