Liberé a la migala en el
apartamento de Beatriz, con la esperanza de que realizara rápido su letal
misión. Aún no le había devuelto la llave, así que no tuve problemas para
acceder a su vivienda.
––¡Como un perro! ––pensé
mientras me alejaba de allí sin prisa––. ¡Me ha dejado tirado como un perro!
¡Qué se joda!
Llegué a casa y bebí hasta quedarme
dormido. Cuando desperté, pasado ya el mediodía, comprobé si había alguna
llamada registrada en el contestador.
Soy yo. Ya sé que es tarde, pero no puedo esperar hasta mañana. Creo que deberíamos volver a intentarlo. A primera hora te llamo y hablamos. Te quiero.No hay más mensajes.
Este es genial!
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