Esta mañana he recibido una
extraña llamada. ¡Joder! Jamás había oído esas palabras dirigidas a mí.
Desconcertado pensé en no asistir al trabajo, pero debo mantener las
apariencias y continuar con mi vida normal. Se hace tarde. Cuando vuelva borraré
el mensaje del contestador.
Al inspector Pedralles le
sorprendió no encontrar nada en el domicilio de aquel pederasta. Todo normal en
armarios y cajones. Nada sospechoso en el ordenador. Tan sólo esa escueta llamada,
que volvió a reproducir por última vez. Y de nuevo escuchó las palabras te quiero.
Gracias, Orlando. Releyéndolo me gusta más. Tiene ese final sorpresivo que tanto se busca en el microrrelato.
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