lunes, 20 de octubre de 2014

UNA NOCHE EN GRANADA

Les pilló el anochecer en el Sacromonte, contemplando la puesta de sol sobre la Alhambra. Fue un momento mágico, de esos que te hacen presagiar que todo va a ir bien.
No había transcurrido una hora cuando les encontraron en una callejuela del Albaicín, degollados en medio de un charco de sangre. Ella con su vestido de gasa blanca teñido a retazos de rojo y él con los dedos quemados por la combustión del tabaco en la pipa que aún apretaba en su mano.
Antes del amanecer otra pareja fue acuchillada en El Realejo. Ella vestía un traje de lino blanco, ahora ensangrentado. En el suelo, aún humeante, la cachimba que minutos antes estaba fumando él.
Esta vez el sicario sí cobró por su trabajo.

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