Tenía miedo de encontrarse con
ellos. Más que miedo, vergüenza. Después de hacerles creer que se iba no tuvo
el coraje necesario para mirarles a la cara y decirles que no, que todo era un
plan para conocer su reacción.
¿Cómo desvelar la farsa en mitad
de aquella despedida que le habían organizado? ¡Qué bochorno sincerarse tras
los llantos de su madre o las palabras tan bonitas que le dedicó Don Joaquín!
No, ahora no podía desengañarles. Seguro que más tarde encontraría mejor momento para las explicaciones.
Permaneció inmóvil hasta que colocaron
la tapa, y ni un ruido se escuchó cuando soterraron la caja. Jamás pensó que
aquella broma de hacerse el muerto iba a llegar tan lejos…
Tremendo, Orlando... :D
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