A veces ocurren cosas; cosas sencillas que me hacen ver el mundo desde otra óptica. Me refiero a esas manifestaciones genuinas de la naturaleza animal que revelan un comportamiento puro y espontaneo, muy diferente al del adulto contaminado.
Cosas como la pose elegante de un cisne negro, o la mirada ávida del gavilán acechando a su presa, o esa otra más familiar: la expresión de la inocencia en los ojos de un niño.
A veces me paso las horas muertas contemplando esas expresiones, sí, y procuro conservarlas lo más fielmente que puedo. Por eso me hice taxidermista.
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