––Oye Paco.
––¿Qué?
––Tú… ¿me quieres?
––¡Joder Manolo! Veinte años
patrullando juntos y me vienes ahora con esto…
––Ya, pero… ¿me quieres?
––No sé, así de repente… ¡Aquí en
el coche!
––Mucha gente se quiere en los
coches…
––Hombre, después de tanto tiempo
juntos en la policía… ¡Te aprecio!
––Pero no me quieres…
––Vale, sí. ¡Joder! ¡Te quiero!
––Y… ¿por qué nunca me lo
dijiste?
––Decirte… ¿qué?
––Que me querías.
––¡Lo que me faltaba por oír!
––Pues si me quieres… ¡No sé por qué
no me lo dices!
––¡Joooder!
––Es bueno reconocer en público
los sentimientos…
––Bueno, pues ya está. Entérate
de una vez: ¡No te quiero, coño! ¡No te quiero!
“Dejó de quererme, por eso le disparé”, confesó Manolo la mañana siguiente a los de Asuntos Internos. “Háganse cargo, después de tantos años…”
¡Fantástico!
ResponderEliminarMe encanta lo extensa que es la conversación. Se alarga y se alarga, y hace que el final sea más sorprendente.
ResponderEliminarMendudo sainete te has montado, Orlando. Es, además muy cinematográfico
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