- ¡Eloy!¡Deja de jugar y sal de una vez!
- Pero mamá, todavía no tengo los dedos arrugados.
- Venga, fuera.
El monstruo marino, el viejo capitán y su tripulación dieron vueltas y vueltas mientras su océano se iba por el desagüe de una bañera blanca.
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