Quería evitar salir a la calle
con aquel trocito de papel pegado en la cara, pero siempre que se cortaba al
afeitarse tardaba una eternidad en dejar de sangrar. Y allí estaba haciendo
tiempo frente al espejo, tratando de cortar la pequeña hemorragia con un poco
de alcohol. Se puso después el traje azul e hizo a la corbata un nudo Windsor,
como siempre que tenía prisa.
Llegó al banco unos minutos tarde,
con una mancha roja, casi diminuta, en el cuello de la camisa. Algo en lo que
nadie reparó cuando, media hora más tarde, yacía en un charco de sangre tras
negarse a abrir la caja a aquel par de atracadores con máscaras de Anonymous.
¡Excelente! Podrías haber usado también el caso de Nena Daconte. Cuando empecé a leer tu microrrelato pensé que le darías ese final.
ResponderEliminar¿Cómo te encuentras? Te echamos mucho de menos :(.